Por Joshua Goodman — The Associated Press Funcionarios de inmigración aseguran que Tomás Hernández trabajó en puestos de alto nivel para la inteligencia de Cuba por décadas antes de emigrar a Estados Unidos para vivir el sueño americano. Hernández, de 71 años, fue detenido en marzo por agentes federales frente a su casa en Miami y acusado de ocultar sus vínculos con el Partido Comunista de Cuba, cuando obtuvo la residencia permanente. Los cubanoestadounidenses del sur de Florida llevan mucho tiempo pidiendo más mano dura contra su país de origen, y las recientes detenciones de Hernández y otros exfuncionarios cubanos en proceso de deportación han sido muy populares entre la políticamente poderosa comunidad de exiliados. “Es un regalo político para los cubanoestadounidenses de línea dura”, dijo Eduardo Gamarra, experto en América Latina en la Universidad Internacional de Florida. Pero muchos cubanos temen ser los siguientes en la lista de Trump, precisó, y “algunos en la comunidad lo ven como una traición”. Algunos complacidos con Trump. Otros preocupados Aunque la promesa de deportación masiva del presidente, Donald Trump, ha asustado a los migrantes de muchas naciones, ha causado especial conmoción entre los 2.4 millones de cubanoestadounidenses, que apoyaron al republicano dos veces y han disfrutado durante mucho tiempo de un lugar de privilegio en el sistema de inmigración de Estados Unidos. En medio de un récord de llegadas de inmigrantes procedentes de la isla caribeña, Trump revocó en marzo el parole humanitario temporal para unos 300,000 cubanos. Muchos han sido detenidos para su posible deportación. Entre los que se enfrentan a la deportación se encuentra El Funky, un rapero cubano pro-Trump conocido por participar en la exitosa canción Patria y Vida, que se convirtió en el himno no oficial de las protestas anticomunistas en la isla en 2021 y recibió elogios de personas como el entonces senador republicano Marco Rubio, ahora secretario de Estado. Eliéxer Márquez, su nombre real, indicó que este mes recibió la notificación de que tenía 30 días para abandonar Estados Unidos. Gracias a las leyes de la época de la Guerra Fría destinadas a destituir a Fidel Castro, los inmigrantes cubanos disfrutaron durante muchas décadas de un estatus de refugiados casi automático en Estados Unidos y podían pedir la green card un año y un día después de su llegada, a diferencia de los otros inmigrantes de prácticamente cualquier otro país. El apoyo a Trump entre los votantes cubanoestadounidenses de Miami alcanzó su nivel más alto en vísperas de las elecciones del año pasado, según una encuesta de la Universidad Internacional de Florida, que lleva haciendo un seguimiento de esa comunidad desde 1991. Trump rara vez menciona a los cubanos en sus ataques contra los inmigrantes, incluidos los venezolanos y los haitianos. Eso ha dado a muchos de ellos la esperanza de que seguirán siendo inmunes a las medidas de control de la inmigración. La política de la represión Los demócratas, por su parte, han intentado capitalizar con las medidas contra la inmigración. En abril, instalaron dos carteles gigantes en las autopistas de Miami en los que describían a Rubio y a los representantes republicanos Mario Díaz-Balart, María Elvira Salazar y Carlos Giménez como “traidores” de la comunidad cubanoestadounidense, por no proteger a decenas de miles de inmigrantes de las políticas migratorias de Trump. El arresto de exagentes estatales cubanos es una forma de dar un premio a los aliados de Trump, señaló Gamarra. En marzo, Giménez envió a la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, una carta con los nombres de 108 personas que, según él, eran exagentes estatales cubanos u oficiales del Partido Comunista que vivían como indocumentados en Estados Unidos. [Juez dictamina que el Gobierno de Trump debe retornar a EE.UU. a un tercer inmigrante deportado indebidamente] “Es imperativo que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) haga cumplir la ley estadounidenses para identificar, deportar y devolver a estos individuos que suponen una amenaza directa para nuestra seguridad nacional, la integridad de nuestro sistema de inmigración y la seguridad de los exiliados cubanos y los ciudadanos estadounidenses por igual”, escribió Giménez, añadiendo que Estados Unidos sigue siendo un “faro de esperanza y libertad para aquellos que escapan de la tiranía”. Una misión para derrocar al régimen La lista de objetivos de Giménez fue recopilada por Luis Domínguez, quien abandonó Cuba en 1971 y ha convertido en su misión derrocar al régimen cubano. En 2009, cuando internet era todavía una novedad en Cuba, Domínguez aseguró que se hizo pasar por una periodista deportiva colombiana de 27 años para atraer al hijo de Castro, Antonio, a un romance en línea. “Algunas personas sueñan con ganar dinero, o con envejecer e irse de vacaciones”, dijo Domínguez, quien vive en Connecticut. “Yo sueño con ver a mi país libre”. Con el apoyo de la derechista Fundación para los Derechos Humanos en Cuba, empezó a rastrear las redes sociales y a apoyarse en una red bien engrasada de fuentes antisocialistas, dentro y fuera de Cuba, para denunciar a funcionarios que supuestamente estaban detrás de abusos contra los derechos humanos y violaciones de las normas democráticas. Hasta la fecha, su sitio web, Represores Cubanos, ha identificado a más de 1,200 de estos agentes estatales, unos 150 en Estados Unidos. “Persiguen el sueño americano, pero antes lo condenaban mientras perseguían el sueño cubano”, dijo Domínguez. “Es la típica doble vida de cualquier régimen comunista. Cuando estaban en el poder criticaban cualquier cosa de Estados Unidos. Pero ahora que están aquí, les encanta”. Domínguez, de 62 años, afirmó que comparte regularmente sus hallazgos con las fuerzas de seguridad federales, pero un portavoz del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) no hizo comentarios sobre la relación de la agencia con el activista. Un departamento de espionaje de élite Enrique García, un antiguo colega, afirmó que estudió con Hernández en la antigua Unión Soviética en la década de 1970. A su regreso, Hernández fue enviado a trabajar en el departamento de élite ‘Norteamérica’ de la agencia de espionaje, agregó García. García, que desertó a Estados Unidos en la década de 1990 y se ha dedicado a ayudar a los espías estadounidenses a desenmascarar a agentes cubanos, explicó que antiguos agentes cubanos se han infiltrado en la actual oleada migratoria mientras ocultaban su pasado e incluso su actual lealtad al régimen cubano. “No se puede estar en los dos bandos al mismo tiempo”, afirmó. Se desconoce cuándo llegó Hernández a Estados Unidos y por qué. La ley de inmigración estadounidense suele prohibir el ingreso a personas que hayan pertenecido a partidos comunistas. Cualquiera que sea sorprendido mintiendo en su solicitud de green card puede ser deportado o procesado. Pero deportar a los cubanos que ya no son bienvenidos en Estados Unidos podría resultar complicado. La Administración Trump envía un solo avión de 60 pasajeros a Cuba cada mes como parte de su campaña de deportación, sin cambios en el promedio del año pasado, de acuerdo con Witness at the Border, que rastrea dichos vuelos. A ese ritmo, harían falta casi 700 años para expulsar a los 500,000 cubanos que se calcula que llegaron durante el Gobierno de Biden y que ahora carecen de estatus de protección. Persiguiendo a seguidores fieles En el restaurante Versalles, en el corazón de la Pequeña Habana en Miami, pocos de sus clientes anticomunistas parecían dispuestos a volverse contra Trump, que visitó el emblemático café dos veces durante la reciente campaña presidencial. Un jubilado habitual, Rafael Nieto, de 83 años, llevaba incluso un sombrero y un pin gigantes de Trump 2024. La mayoría de los ancianos exiliados aplaudieron la reforma migratoria de Trump, pero ahora se aprecian algunas grietas en la armadura del Partido Republicano. Ente anécdotas y bromas en el histórico café del exilio cubanoestadounidense, un jubilado se puso de pie y en silencio se alejó de sus amigos. “La gente está temblando”, dijo en voz baja Tony Freitas, que llegó a Estados Unidos desde Cuba en 1980 en el éxodo del Mariel. “Por cualquier nimiedad, te pueden deportar”.